El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, no es una patología exclusiva de la población infanto-juvenil, ya que hasta en un 60% de los casos, los síntomas pueden persistir en la vida adulta.
Los continuos despistes, la tendencia a actuar de forma poco reflexiva, la desorganización de horarios, la tendencia a la impuntualidad y el desorden, la incapacidad para concentrarse ante una conferencia, película o libro, la sensación de inquietud interna o los deseos de movimiento, son algunos de los síntomas propios de este trastorno, en la vida adulta.
Una buena historia clínica, acompañada de la exploración psicopatológica del paciente, ayudan a establecer un diagnóstico, que puede ser liberador para el que sufre un TDAH: Por fin una explicación a porqué su vida ha sido un tanto caótica, y por fin, una solución.
La intervención terapéutica, acompañada de la farmacológica si el caso lo requiere, son el camino hacia una vida normalizada.